Hoy voy a comenzar este nuevo apartado contándoos un cuento que ya hace mucho tiempo escribí. Siempre he sido un gran amante de las metáforas, pues en su historia, encontramos la manera de vernos reflejados y de esa forma, sacar de su mensaje la mejor reflexión.
Pero antes de que os haga yo la mía, déjame que te cuente…
La historia de Ixin, el peor pez del mundo
¿Nunca te han contado la historia de Ixin?
Cuenta la historia que Ixin vivía felizmente en un pequeño lago rodeado de preciosas montañas; a su alrededor brotaban infinidad de arboles de fascinantes colores y tamaños.
Ixin, había sido feliz en este lago desde muy pequeñito, había jugado en sus fondos cristalinos, llenos de preciosas rocas que parecían haber sido esculpidas por los mismos dioses.
De su fondo de arenas blancas, surgían maravillosas algas en todo su esplendor y colorido que acariciaban los juegos de Ixin y sus amigos.
Un buen día, Ixin lloraba en el interior de un pequeño hueco que creaba un tronco que había permanecido allí inmóvil desde siempre, dando resguardo a todo el que necesitase.
De repente, escuchó una voz que lo interrogaba:
– ¿Qué te ocurre Ixin?… ¿por qué lloras en vez de estar jugando con tus amigos?
Al levantar la vista, Ixin observó a una majestuosa caracola conocida en el lago como la caracola de la sabiduría. Una anciana y muy respetada caracola que ya formaba parte del propio lago, pues todo el mundo decía que ya había existido desde siempre.
– ¡Hola caracola! – contestó con tristeza Ixin.
– ¡Me siento tan desgraciado!… me da la sensación de que todos mis amigos tienen razón al decirme que soy el peor pez del mundo. – Comentaba entre suspiros.
-¿Por qué crees eso Ixin?, – le preguntó la caracola con voz dulce y serena.
– No entiendo por qué yo no puedo nadar como ellos. Todos nadan de una forma increíble y se mueven con soltura y elegancia… no como yo… – decía Ixin mientras bajaba la mirada.
– Tampoco entiendo por qué yo tengo que salir de vez en cuando a respirar, cuando ellos nunca necesitan ese aire… y lo peor de todo es que, la verdad, tampoco puedo enfadarme cuando me dicen lo feo que soy, ya que guapo lo que se dice guapo…- balbuceó mientras se le escapaba una suave sonrisa.
La caracola le miró sonriente y le contesto:
– Quizás debas mirar en lo más profundo de ti, tal vez es el momento de plantearte quién eres en realidad y no pretender asemejarte tanto a los que te rodean; todos tenemos un lugar privilegiado en este lago y nunca pretendas renunciar a lo que eres y a lo que sientes, pues eso hará que seas especial- le respondió mientras miraba a los ojos de Ixin.
La caracola sonrió nuevamente y se fue alejando del viejo tronco mientras le regalaba un último consejo a Ixin:
– Podrías ir a reflexionar a la zona verde de la orilla, dicen que atreverse a rozar los matorrales y cañas que nacen donde acaba nuestro lago, es capaz de arrancar nuestras inquietudes y preocupaciones.
– Pero…¡si todo el mundo sabe lo peligroso que es ir allí!… ¡tengo miedo! – dijo Ixin mientras salía rápidamente del fondo del tronco.
– Ese miedo hace que no seas capaz de descubrir quién eres realmente – se escuchó en susurros desde lejos porque la caracola ya prácticamente había desparecido.
En ese mismo instante, y armándose de valor, Ixin decidió aventurarse y dirigirse hacia esa zona de la orilla. La verdad es que siempre había suscitado curiosidad en él, pero hasta ahora jamás había tenido el valor de explorarla.
Una vez allí, Ixin comenzó a adentrarse poco a poco y con cautela, mientras observaba maravillado el paisaje que ofrecían los viejos matorrales y las cañas que brotaban de la orilla.
De repente, Ixin gritó de forma desesperada:
– ¡Soltadme! … ¡soltadme! – mientras movía su cuerpo con fuerza pensando que había sido atrapado por algún horrible ser.
Al observar con más quietud a su terrible depredador, se percató de que solo se trataba de pequeñas ramas que por su espesor habían atrapado su cuerpo como si de una trampa mortal se tratase.
En ese momento, recordó que debía poner todo su empeño en salir de esas ramas que lo encarcelaban, pues a diferencia de sus amigos, él necesitaba subir de vez en cuando a la superficie para respirar.
Luchó con todas sus fuerzas y al final consiguió deshacerse del amasijo de ramas con un fuerte impulso que le hizo salir disparado, como si de un cohete se tratase, hacia la orilla del algo.
Ixin, mientras se tendía abatido sobre la arena de la orilla, observaba su cuerpo con desconcertada mirada y se decía:
– Oh! …¡no! …¡he perdido mi cola y mis aletas!
Entre tanto…unos seres que él desconocía por completo le decían:
– ¡Hola amigo! … ¿de dónde eres? – le preguntaban con cara de asombro.
– Soy Ixin, un pez del lago – afirmó Ixin mientras seguía contemplando la rareza de su cuerpo.
En ese momento sus nuevos compañeros empezaran a reír a la vez que comentaban:
– Jajaja… ¿pero cómo vas a ser tú un pez?…quizás no sepa de dónde vienes, pero de una cosa sí estoy seguro y es que eres una rana, y yo me atrevería a decir que ¡eres la rana más grande y bonita que he visto en mi vida!
En ese instante Ixin comenzó a darse cuenta de que lo que él creía que formaban su cola y sus aletas no eran en realidad más que pequeñas algas que desde muy pequeño se debían haber enganchado a su cuerpo y no le habían permitido ver quién era realmente, una fantástica rana que además de poder nadar con sus amigos los peces, era capaz de saltar como nadie en ese lago.
Creo que todos vivimos esa historia alguna vez en nuestra vida. En algún momento nos damos cuenta que “cosas” que creíamos que formaban parte de nosotros, no eran más que todo cuanto nos habían dicho, todo cuanto habíamos dado por sentado porque era “lo correcto”. Pero…¿qué es lo correcto? No olvides que para la evaluación no existe otro método que la comparación, y al ser así, nos comparamos con nuestro entorno intentando encajar en todo aquello que ha sido establecido. Y causa una tremenda tristeza ver que cada uno de nosotros nacemos únicos, e intentando encajar por no aceptar nuestra verdadera esencia, terminamos en ocasiones siendo uno más o lo que es peor aún «la copia de alguien».
Dicen que “la gran mayoría de nuestros problemas vienen dados por un sí demasiado pronto o de un no demasiado tarde”.
No esperes más a decir SÍ a todo aquello cuanto amas y te apasiona, y no dudes en decir NO a todo lo que te aparta de lo que eres de verdad. En definitiva, tú mismo, una persona única y original.
Conócete y no pienses que eres menos que nadie. Todos somos únicos y quierete como a tu mejor amigo, porque tu mejor amigo eres tú
Qué gran verdad ! … Muchísimas gracias por participar!
Me encanta….y que verdad más grande. El problema es cuando sabes quien eres pero no para que has venido aquí, cual es tu propósito, y te mantienes siendo un pez…..aunque en realidad sea a una rana.
Muchas gracias por la historia
Muchas gracias a ti por tu aportación ! Es fantástico que participéis. Te lo agradezco y debo reconocer que estaría genial que le dedicásemos unas lineas a lo que tú comentas. Lo tengo en cuenta!
Buena reflexión gracias
Gracias a ti por participar y dar tu opinión!